Esta mañana de Sábado Santo, el silencio es profundo. Jesús yace en el sepulcro, y el mundo parece detenido.
Pero no es un silencio vacío, sino lleno de esperanza. Es el tiempo de la espera confiada, del amor que no duda.
En este día, la Iglesia permanece junto a la Virgen María, la Madre fiel que, aun en el dolor, no pierde la fe. Ella no corre al sepulcro, no se desespera: espera. Permanezcamos con ella, en oración serena, meditando el misterio. Pronto la luz romperá la oscuridad y el gozo estallará en canto. Hoy, callemos el ruido del mundo y escuchemos el latido de la esperanza. María nos enseña a esperar con amor, con los ojos puestos en la promesa de Dios. ¡La Resurrección está cerca!
Hoy la invitación es ir a la capilla de su sector o a la Parroquia a vivir la vigilia Pascual. Jesús vence a la muerte, a las tinieblas del mal y regresará victorioso!